Un Café Porfavor
Si hay algo que no perdono, es mi café por las mañanas. No muy cargado, 1/3 de azúcar y un chorrito de leche de almendras. Siempre lo hago al regresar de dejar a mi hijo de la escuela y cuando mi bebe toma su mini siesta. Se ha vuelto ya una costumbre o mas bien diría yo, es como mi momento del día en que me siento por unos minutos, pienso, hago una oración, leo un poquito y me preparo para comenzar mi día.
Este breve momento lo espero con ansias desde que despierto porque se que es un tiempo para mí, en quietud y en soledad. Diariamente tengo que luchar con mi impulso de "hacer algo de provecho" mientras doy un par de tragos a mi taza. "Bien podría descargar la lava vajillas, doblar la ropa que quedo en la secadora desde anoche, recoger los juguetes que están por toda la sala o avanzar en los pendientes de trabajo", pienso mientras le soplo a mi taza.
Y a decir verdad, muchas veces termino haciendo caso a mi mente, pero en esos días en que me quedo quieta, en que tomo ese tiempo; es cuando puedo escuchar la voz de Dios. Esas veces son cuando El renueva mis fuerzas, levanta mi espíritu y me recuerda del regalo de la vida. Entonces, al hacer esa pausa, me recuerdo a mi misma que nada de lo que pase en mi día, va a robar mi paz, ni mi gozo, ni mi animo. Voy a ser la mejor mamá y la mejor esposa que pueda el día de hoy... Y mañana esperaré de nuevo mi taza de café y mi tiempo con Dios.